martes, 8 de junio de 2010

Don Quijote y los molinos de viento



Don Quijote de la simplicidad de su escudero; y, así, le declaró que podía muy bien quejarse como y cuando quisiese, sin gana o con ella, que hasta entonces no había leído cosa en contrario en la orden de caballería. Díjole Sancho que mirase que era hora de comer. Respondióle su amo que por entonces no le hacía menester , que comiese él cuando se le antojase. Con esta licencia, se acomodó Sancho lo mejor que pudo sobre su jumento, y, sacando de las alforjas lo que en ellas había puesto, iba caminando y comiendo detrás de su amo muy de su espacio, y de cuando en cuando empinaba la bota, con tanto gusto, que le pudiera envidiar el más regalado bodegonero de Málaga . Y en tanto que él iba de aquella manera menudeando tragos, no se le acordaba de ninguna promesa que su amo le hubiese hecho, ni tenía por ningún trabajo, sino por mucho descanso, andar buscando las aventuras, por peligrosas que fuesen.



En rsolución , aquella noche la pasaron entre unos árboles, y del uno dellos desgajó don Quijote un ramo seco que casi le podía servir de lanza, y puso en él el hierro que quitó de la que se le había quebrado . Toda aquella noche no durmió don Quijote, pensando en su señora Dulcinea, por acomodarse a lo que había leído en sus libros, cuando los caballeros pasaban sin dormir muchas noches en las florestas y despoblados , entretenidos con las memorias de sus señoras . No la pasó ansí Sancho Panza, que, como tenía el estómago lleno, y no de agua de chicoria , de un sueño se la llevó toda, y no fueran parte para despertarle , si su amo no lo llamara, los rayos del sol, que le daban en el rostro, ni el canto de las aves, que muchas y muy regocijadamente la venida del nuevo día saludaban. Al levantarse, dio un tiento a la bota , y hallóla algo más flaca que la noche antes, y afligiósele el corazón, por parecerle que no llevaban camino de remediar tan presto su falta. No quiso desayunarse don Quijote, porque, como está dicho, dio en sustentarse de sabrosas memorias. Tornaron a su comenzado camino del Puerto Lápice, y a obra de las tres del día le descubrieron .

Amadis de Gaula. ¡He aquí la madre del cordero! En el principio de la locura y de las aventuras de don Quijote se encuentran los libros de caballerías y, de un modo definitivo, Amadís de Gaula, el héroe de los héroes. El hidalgo Alonso Quijano trata de imitarle ya en el primer capítulo, cuando rescata una armadura vieja, toma un cansado rocín y pasa a llamarse Don Quijote de la Mancha, tal como hizo Amadís con el nombre de su tierra. Amadís de Gaula es el mejor libro de caballerías impreso en España, y por ello, el cura lo salvará en la quema de la biblioteca.

Barbero. El barbero y el cura serán los amigos de don Quijote (además del bachiller Sansón Carrasco, que aparece en el segundo libro). Ambos participan en la quema de libros junto al ama y la sobrina; los dos salen en busca de don Quijote, y hasta se disfrazan de dama y escudero (ante las risotadas de Sancho Panza y Rocinante) para tenderle una trampa con el fin de que regrese a la aldea. El barbero se llama Maese Nicolás; el cura, Pedro Pérez, y es un hombre culto, por cuya boca habla Cervantes para expresar sus ideas literarias.

Cide Hamete Benengeli. Supuesto historiador árabe que, en teoría, narra las aventuras de don Quijote, de modo que las posibles contradicciones que existen en la historia, Cervantes se las atribuye al texto original de este historiador que, como moro, no es de fiar. Nuestro autor se adelanta a su tiempo al utilizar el recurso del manuscrito encontrado para moverse con toda libertad creativa. Si es muy conocido el comienzo “En un lugar de la Mancha...”, no todos recuerdan que el segundo volumen se inicia así: “Cuenta Cide Hamete Benengeli...”.

Dulcinea. Es la amada idealizada de don Quijote, al igual que Oriana es la de Amadís y Angélica la Bella, la de Roldán. En realidad, se trata de una labradora del Toboso, a quien conoció de joven, pero él la describe con los tópicos renacentistas de los poetas: dientes como perlas, cabellos de oro, gentil mirar... Cuando Sancho se entera que Dulcinea es Aldonza Lorenzo, su visión es muy distinta: “¡Ta... ta..! Bien que la conozco, y es más forzuda que cualquier pastor del pueblo, pues a todos los ha vencido echando pulsos. Sí señor, es una moza de pelo en pecho...”.

Espada. No tiene nombre, como la del Cid, pero don Quijote siempre está dispuesto a sacar su espada (o afinar su lanza) para luchar por las causas nobles, a pesar de la dureza del empeño: “Ser caballero andante es más trabajoso y más aporreado, y más hambriento y sediento, miserable, roto y piojoso que cualquier otra profesión”, le dice a Vivaldo. En la imagen, el ventero observa como el caballero loco le ha dejado sin los cueros de vino, a los que un sonámbulo don Quijote ha confundido con el gigante que robó el reino a la princesa Micomicona.

Fierabrás. La medicina prodigiosa que, según don Quijote, todo lo cura. Sancho, que tiende a confundir los nombres, lo llama el bálsamo del feo Blas, y pide a su señor que lo fabrique tras ser machacados, primero por los pastores gallegos y luego, en la venta. Su fórmula es aceite, vino, sal y romero. Don Quijote lo toma y tras unos sudores y temblores brutales, mejora. Sancho, sin embargo, “bebió un larguísimo sorbo de la vasija, pero no vomitó; al contrario: el líquido comenzó a golpearle el estómago, como si estuviese hecho de piedras...”.

Galeotes. Son los condenados a remar en las galeras del rey. Don Quijote quiere saber por qué están prisioneros, y cada uno le cuenta su historia (por ladrón, por alcahuete, por hechicero, por deudas, por burlador...). Tras escucharlos, y antes de liberarlos, el caballero andante exclama: “De todo lo que me habéis contado, hermanos, he sacado en limpio que las penas que vais a padecer no os causan gran alegría y vais a galeras de muy mala gana y en contra de vuestra voluntad...”. Ahí es donde se dan cuenta los guardianes y los propios presos de que está loco.

Ínsula de Barataria. Una ínsula es lo que le promete don Quijote a su vecino Sancho para que deje a su familia y le siga en todas sus aventuras y locuras. Hay un momento en el que Sancho está a punto de abandonar, y es cuando va a mirar las muelas que le faltan a su señor y éste le vomita en la cara, lo que lo produce tanto asco que, a su vez, vomita a don Quijote, y los dos caídos y entre desperdicios, se dan cuenta de que han tocado fondo: “¡Maldita sea la madre que me parió!”, exclama Sancho, dispuesto a regresar a su pueblo con las manos vacías.

Heridas. Abundan en toda la novela y principalmente en el flaco cuerpo de don Quijote y en el pacífico de Sancho Panza. Don Quijote trata de calmarlo: “Has de saber, amigo, que las heridas que se reciben en la batalla, antes dan honra que la quitan”. Sancho se queja de su mala suerte, pero de lo que más se duele, y lo repite y lo recuerda a lo largo de la novela, es de su manteamiento en la venta por irse –como su señor– sin pagar.

Juan Palomeque. En su venta confluyen la mayoría de los personajes principales del primer libro. A ella llegan los embozados, el Oidor y el Cautivo, además de don Quijote y su cuadrilla, procedentes de Sierra Morena. En la imagen, la hija del ventero pide a don Quijote (no hay otro más a mano) que ayude a su padre, pues le están moliendo a palos. En la venta destaca el personaje de Maritornes, la fiel, fea y complaciente criada.

Luscinda. La hermosa dama amada por Cardenio de la que se encaprichará su amigo y protector, el duque don Fernando, quien antes seduce y abandona a la rica plebeya Dorotea, y luego quiere casarse con Luscinda. Cardenio, humillado y loco, se irá a Sierra Morena, adonde también acudirá Dorotea disfrazada de pastora. Ambos se encontrarán con don Quijote y sus amigos, y todos, juntos y revueltos, coincidirán en la venta.

Micomicona. La princesa Micomicona es, en realidad, Dorotea, una mujer leída (algo extraño en su tiempo) que, como conoce bien las novelas de caballerías, acepta hacerse pasar por una princesa que llega de un lejano reino para pedir la ayuda al famoso don Quijote de la Mancha, “cuya astucia, valentía, arrojo no tienen par y son bien conocidos en el mundo entero...”. Todo ello es una estrategia del cura para hacerle regresar a casa.

Novela del Curioso Impertinente. Novela a la italiana que Cervantes incluye en El Quijote para ofrecer otro tipo de lecturas que mantengan la atención del lector. Anselmo le pide a su amigo Lotario que tiente a su mujer para ver si es de verdad tan perfecta como cree, pues ¿qué mérito tiene ser fiel si no existe la posibilidad de dejar de serlo? Es uno de los textos que la pandilla de don Quijote encuentran en la venta, y lo lee el cura.

Ovejas. Un ejército de ovejas es atacado por don Quijote en uno de los capítulos más conocidos. Al ver la polvareda que levantaban los rebaños, el caballero los confunde con los soldados de dos poderosos ejércitos que vienen al llano a enfrentarse: “¿No oyes el relinchar de los caballos, el sonido de los tambores, el batir de las espadas...?, le dice a Sancho, que replica: “No oigo otra cosa sino muchos balidos de ovejas y carneros”.

Pastora. En la obra aparecen varios pastores, como Dorotea, la rica, o Grisóstomos, el estudiante, que se enamora, al igual que otros tantos, de la pastora Marcela. Esta es una de las escenas de amor más bellas de la novela (todos los árboles del bosque están pintados de corazones desesperados). Marcela es una mujer independiente que huye al bosque para ser libre. Memorable es su discurso sobre las glorias y miserias de la belleza.

Refranes. Son un reflejo de la sabiduría popular. Sancho acude a los refranes para dar su opinión, pero también don Quijote, hombre leído, se sirve de ellos y los defiende: “Me parece, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque sus ideas están sacadas de la misma experiencia, madre de todas las ciencias. Y hay uno que dice: ‘Donde una puerta se cierra, se abre otra’”. En la novela puede haber unos trescientos.

Sancho Panza. El fiel escudero de don Qujote. Regordete y poco aficionado a andar, le gusta comer y beber, y es de natural pacífico, pues, como dice, si Dios perdona a los que le ofenden, él también perdonará cuantos agravios le han hecho o le han de hacer. Se mueve entre el sentido común y el saber popular, y aunque a veces piensa que su amo está un poco loco, con frecuencia cree en él, especialmente cuando le promete reinos.

Triste figura. A don Quijote también se le llama el Caballero de la Triste Figura. El sobrenombre se lo pone Sancho, tras la batalla con los enlutados del bosque oscuro. “Le he estado mirando a la luz de la antorcha de aquel hombre -dice Sancho-, y verdaderamente tiene vuestra merced la más mala figura que jamás he visto; y la debe haber causado o el cansancio del combate o la falta de muelas y dientes...”.

Un lugar de la Mancha. “En un lugar de la Mancha...” es el primer verso de un romance de su tiempo. Y ese lugar, en el que vivía don Quijote y del que no quiere acordarse Cervantes, puede ser Argamasilla de Alba, el pueblo de su mujer y en donde probablemente comenzó a escribir la novela. A este lugar arrastra Pedro, el vecino, a un molido don Quijote, al encontrarlo malherido tras ser armado caballero en su primera salida.

Vizcaíno. Sólo interviene en dos capítulos, pero es un personaje famoso, pues la batalla con don Quijote (el primer combate que emprende como caballero) queda interrumpida, ya que Cervantes no tiene más papeles que le hablen de la historia de don Quijote. El vizcaíno, que luego será derrotado, se llama Sancho de Azpeitia, y es un hombre muy susceptible (“¿Yo no kaballero?”), que hablaba “en mal castellano y peor vizcaíno”.

Yelmo de Mambrino. A partir del capítulo 2i cambia la imagen de don Quijote, quien, en vez de llevar sobre su cabeza un yelmo de su bisabuelo, lucirá una bacía de latón, que él tendrá como el yelmo del moro Mambrino que juró recuperar. “Don Quijote veía un yelmo de oro, un caballero y un caballo, pero la realidad es que el que se acercaba tranquilamente sobre su burro era un barbero que viajaba de un pueblo a otro...”.

martes, 25 de mayo de 2010

Rutas de Don Quijote




Principales localidades

Sea cual sea la ruta que Cervantes imaginó para su personaje, lo cierto es que la gran mayoría de las aventuras parecen transcurrir en lo que hoy día es el territorio de Castilla-La Mancha. Por ello, cualquier recorrido que nos permitiera descubrir el alma manchega y sus tradiciones, bien podría considerarse «nuestra» ruta de Don Quijote.

Estas son algunas de las localidades más importantes que atraviesa el trayecto, si bien algunas de ellas no pertenecen estrictamente a La Mancha como Sigüenza (Guadalajara) o Toledo. En la mayoría de ellas existe, además, la posibilidad de obtener información sobre cualquier aspecto de la ruta.


Zaragosa

La ciudad de Zaragoza es la capital de la Comunidad Autónoma de Aragón y de la provincia de Zaragoza. Es la quinta ciudad española en población con 674.317 habitantes (INE 2009), (698.897 según el ayuntamiento)[1] y ocupa la cuarta posición entre las mejores ciudades de España para vivir, para trabajar, para visitar, para estudiar y para hacer negocios en España. Su nombre actual procede del antiguo topónimo romano, Caesaraugusta, nombre que recibió en honor al emperador César Augusto en el 14 a. C., y que llegó a nuestros días a través del árabe Saraqusta. Está a orillas de los ríos Ebro, Huerva y Gállego y del Canal Imperial de Aragón, en el centro de un amplio valle.

Su privilegiada situación geográfica —a unos 300 km de Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao y Toulouse— la convierte en un importante nudo de comunicaciones.

La ciudad ostenta los títulos de Muy Noble, Muy Leal, Muy Heroica, Muy Benéfica, Siempre Heroica e Inmortal, otorgados en su mayoría tras su resistencia frente al ejército napoleónico en los Sitios de Zaragoza durante la Guerra de la Independencia. Todos estos títulos quedan reflejados en su escudo, mediante las iniciales de cada uno de ellos.

Celebra su fiesta mayor en honor a la Virgen del Pilar el 12 de octubre. El patrón de la ciudad es San Valero (29 de enero).

Entre el 14 de junio y el 14 de septiembre de 2008, año del bicentenario de los Sitios de Zaragoza y centenario de la exposición Hispano-Francesa de 1908, Zaragoza acogió la exposición internacional Expo Zaragoza 2008 dedicada al agua y el desarrollo sostenible. En el año 2014 organizará la Exposición Internacional de Jardinería y Horticultura, regulada por la AIPH y aspira a ser la Capital Europea de la Cultura en el año 2016. así como su posible candidatura a los Juegos Olímpicos de Invierno 2022.

Además, la ciudad de Zaragoza es sede del Secretariado de Naciones Unidas para la Década del Agua.

Platos que comia Don Quijote

Duelos y quebrantos.

Se ha discutido mucho sobre la verdadera receta de los Duelos y Quebrantos. Siempre se discutirá. Alguno estudioso ha dicho que cuando un animal de labor, como el buey o el burro, moría accidentalmente, se aprovechaba su carne y se solía cocinar un guiso llamado Duelos y Quebrantos, nombre que evocaba el accidente sufrido por el animal y el dolor que embargaba al dueño. Sin embargo, por lo que han dejado escrito algunos autores del Siglo de las Luces y otros estudiosos, y contrastando esta información con la receta que todavía se mantiene en alguna casa particular, sabemos que existía un plato llamado Duelos y Quebrantos que parece ser que consistía en un revuelto de huevos con torreznos o tocino frito.

Actualmente, en algunos restaurantes de Castilla-La Mancha, se prepara un plato que se llama Duelos y Quebrantos y que consiste en un revuelto con tocino, panceta y jamón. La receta tiene alguna variante. Hay quien lo prepara, incluso, con sesos de cordero. Otros, llaman Duelos y Quebrantos a un huevo frito con jamón y chorizo. En fin, en cualquier caso, se trata de un plato muy rico que don Quijote comía los sábados como algo muy especial.

Receta:

Se cortan en trozos pequeños una lonchas de tocino entreverado, lo que hoy llamamos panceta o tocineta, y se fríen en un poco de aceite, muy lentamente, con el fin de que el tocino suelte la mayor parte de su grasa. Sabremos que está a punto cuando el tocino flote en el aceite. Entonces, se retira todo el aceite y se le añade al tocino unos trozos de sesos de cordero o cabrito, previamente limpiados con agua, sal y laurel. No es un ingrediente imprescindible, pero es muy sabroso. Al rato, se añaden seis huevos de gallina que se irán removiendo en la misma sartén de la fritada. En resumen, este plato es un revuelto de tocino al que, a veces, se le añade sesos o chorizo.

Oficios relacionados con Don Quijote

Pregunto el que se llamaba Vivaldo a don Quijote qué era la ocasión que le movía a andar armado de aquella manera por tierra tan pacífica. A lo cual respondió don Quijote:

—La profesión de mi ejercicio no consiente ni permite que yo ande de otra manera. El buen paso, el regalo y el reposo, allá se inventó para los blandos cortesanos; mas el trabajo, la inquietud y las armas solo se inventaron e hicieron para aquellos que el mundo llama caballeros andantes, de los cuales yo, aunque indigno, soy el menor de todos.

Apenas le oyeron esto, cuando todos le tuvieron por loco; y por averiguarlo más y ver qué género de locura era el suyo, le tornó a preguntar Vivaldo que qué quería decir caballeros andantes.

—¿No han vuestras mercedes leído —respondió don Quijote— los anales e historias de Ingalaterra, donde se tratan las famosas fazañas del rey Arturo , que continuamente en nuestro romance castellano llamamos «el rey Artús», de quien es tradición antigua y común en todo aquel reino de la Gran Bretaña que este rey no murió, sino que por arte de encantamento se convirtió en cuervo, y que andando los tiempos ha de volver a reinar y a cobrar su reino y cetro, a cuya causa no se probará que desde aquel tiempo a este haya ningún inglés muerto cuervo alguno? Pues en tiempo deste buen rey fue instituida aquella famosa orden de caballería de los caballeros de la Tabla Redonda, y pasaron, sin faltar un punto, los amores que allí se cuentan de don Lanzarote del Lago con la reina Ginebra, siendo medianera dellos y sabidora aquella tan honrada dueña Quintañona [16], de donde nació aquel tan sabido romance, y tan decantado en nuestra España , de

Nunca fuera caballero
de damas tan bien servido
como fuera Lanzarote
cuando de Bretaña vino,

con aquel progreso tan dulce y tan suave de sus amorosos y fuertes fechos. Pues desde entonces de mano en mano fue aquella orden de caballería estendiéndose y dilatándose por muchas y diversas partes del mundo, y en ella fueron famosos y conocidos por sus fechos el valiente Amadís de Gaula, con todos sus hijos y nietos , hasta la quinta generación, y el valeroso Felixmarte de Hircania, y el nunca como se debe alabado Tirante el Blanco, y casi que en nuestros días vimos y comunicamos y oímos al invencible y valeroso caballero don Belianís de Grecia . Esto, pues, señores, es ser caballero andante, y la que he dicho es la orden de su caballería, en la cual, como otra vez he dicho, yo, aunque pecador, he hecho profesión, y lo mesmo que profesaron los caballeros referidos profeso yo. Y, así, me voy por estas soledades y despoblados buscando las aventuras, con ánimo deliberado de ofrecer mi brazo y mi persona a la más peligrosa que la suerte me deparare, en ayuda de los flacos y menesterosos.

Por estas razones que dijo acabaron de enterarse los caminantes que era don Quijote falto de juicio


martes, 4 de mayo de 2010

Monumentos mas importantes de las provincias de España

Coruña : El Palacio Municipal














Mapa de España y sus provincias

Rodrigo Diaz de Vvivar


Nacido en Vivar, era hijo de Diego Laínez, infanzón de Vivar. Se educó junto al infante Sancho de Castilla, quien le dio el cargo de alférez de la milicia real al ser nombrado rey bajo el título de Sancho II, y a las órdenes del cual se enfrentó a Sancho IV de Navarra. En virtud de su cargo, hizo jurar al rey Alfonso VI (1072, Santa Gadea) que no era responsable de la muerte de su hermano, Sancho II, lo que le provocó la enemistad con el monarca. Fue sustituido en su cargo por García Ordóñez, si bien el rey le compensó con un matrimonio con Jimena Díaz en 1074, bisnieta de Alfonso V. Acusado de deslealtad al rey, fue condenado al destierro en 1081 y rota su relación de vasallo de Alfonso VI. Se encaminó entonces con sus vasallos a Zaragoza, donde se puso a las órdenes del gobernante musulmán al-Muqtadir y, posteriormente, de su hijo al-Mu´tamin. Tras la batalla de Zalaca, en el que fueron vencidas las tropas de Alfonso VI, el rey nuevamente le puso a su servicio y encomendó varios dominios en 1086. En esta segunda etapa junto al monarcas castellano emprendió campañas guerreras por el levante peninsular, logrando hacer que los reyes musulmanes de Albarracín y Valencia pagasen tributo a Castilla y conquistando vastos territorios dominados por los almorávides. Nuevamente enfrentado a Alfonso VI, fue despojado de todos sus privilegios y hubo de salir al exilio. En esta ocasión se puso al servicio del rey musulmán de Valencia, logrando derrotar y apresar al conde de Barcelona Berenguer Ramón II en 1090. En el punto álgido del poder almorávide en la Península, logró tomarles Valencia en 1094, ciudad que no recuperarán hasta algún tiempo después de su muerte, en el año 1102. La literatura y la historiografía posteriores se encargaron de utilizar su figura y engrandecer la leyenda, siendo citado en composiciones, poemas (Poema de Almería), cantares de gesta y crónicas (Najerense, Primera Crónica General, etc.). El momento culminante llega con la elaboración a cargo de un autor anónimo del "Cantar del Mío Cid", en el siglo XII o primeros años del XII. Desde entonces se produce su incorporación a la literatura castellana y la entronización del personaje como símbolo de caballero castellano-español, detentador de valores y virtudes de hondo calado político y elemento propagandístico de primer orden en el contexto de una España cristiana

martes, 27 de abril de 2010

La Celestina

Argumento

La obra comienza cuando Calisto ve casualmente a Melibea en el huerto de su casa, donde ha entrado a buscar un halcón suyo, pidiéndole su amor. Esta lo rechaza, pero ya es tarde, ha caído violentamente enamorado de Melibea.

Por consejo de su criado Sempronio, Calisto recurre a una vieja prostituta y ahora alcahueta profesional llamada Celestina quien, haciéndose pasar por vendedora de artículos diversos, puede entrar en las casas y de esa manera puede actuar de casamentera o concertar citas de amantes; Celestina también regenta un prostíbulo con dos pupilas, Areúsa y Elicia.

El otro criado de Calisto, Pármeno, cuya madre fue maestra de Celestina, intenta disuadirlo, pero termina despreciado por su señor, al que sólo le importa satisfacer sus deseos, y se une a Sempronio y Celestina para explotar la pasión de Calisto y repartirse los regalos y recompensas que produzca.

Mediante sus habilidades dialécticas y la promesa de conseguir el favor de alguna de sus pupilas, Celestina se atrae la voluntad de Pármeno; y mediante la magia de un conjuro a Plutón, unido a sus habilidades dialécticas, logra asimismo que Melibea se enamore de Calisto. Como premio Celestina recibe una cadena de oro, que será objeto de discordia, pues la codicia la lleva a negarse a compartirla con los criados de Calisto; éstos terminan asesinándola, por lo cual se van presos y son ajusticiados.

Las prostitutas Elicia y Areúsa, que han perdido a Celestina y a sus amantes, traman que el fanfarrón Centurio asesine a Calisto, pero este en realidad solo armará un alboroto. Mientras, Calisto y Melibea gozan de su amor, pero al oír la agitación en la calle y creyendo que sus criados están en peligro, Calisto salta el muro de la casa de su amada, cae y se mata. Desesperada Melibea, se suicida y la obra termina con el llanto de Pleberio, padre de Melibea, quien lamenta la muerte de su hija.

Personajes

Hace Rojas un poderoso trazo de sus personajes, que aparecen ante el lector dotados de vida, con profundidad psicológica, son seres humanos con una caracterización interna excepcional, lo que los aleja de los 'tipos' tan usuales en la literatura medieval y del momento.

Sin embargo, algunos críticos sólo han visto en ellos alegorías extratextuales.

Un rasgo común de todos los personajes (tanto en el mundo de los señores como en el de los criados) es su individualismo, su egoísmo, su falta de altruismo. Pero no se acartonan, sufren cambios en ocasiones. El tema de la codicia ha sido tratado por Francisco José Herrera en un artículo sobre la ganancia en materia celestinesca (es decir, en todas las obras del ciclo de La Celestina, incluyendo imitaciones, continuaciones...), donde señala que el motivo que mueve a las alcahuetas y a los criados es 'la avaricia y la rapiña' respectivamente, frente a los motivos de los señores, que serían la furia amorosa y la defensa del honor familiar y social. El provecho privado de los personajes de clase baja, sustituye en fuerza y presencia al amor en la clase alta.

Fernando de Rojas gusta de crear los personajes en parejas para ayudarse a construir el carácter de cada uno por medio de relaciones de complementariedad y oposición. Así, se constituyen a lo largo de la obra dos grupos de personajes opuestos, los siervos y los señores, y en ambos grupos los personajes se agrupan por parejas: Pármeno y Sempronio, Tristán y Sosia, Elicia y Areusa, en el mundo de los siervos; Calisto y Melibea, Pleberio y Alisa, en el mundo de los señores. Solamente Celestina y Lucrecia no tienen correspondencia, pero es porque su oposición es vertebral en la historia: Celestina constituye el elemento catalizador de la tragedia, al representar el desenfreno vital, mientras que Lucrecia, criada de Melibea, representa el extremo de toda represión. En ese sentido, el personaje del bribón Centurio añadido a la segunda versión de la obra resulta un añadido poco funcional, aunque tiene algo que ver en los desórdenes que llaman la atención de Calisto y hacen que se mate

Estructura

Hemos de señalar, para comenzar, que la división externa de la obra en actos no tiene un verdadero significado estructural. Atendiendo a la acción, sin embargo, podemos decir que se divide en dos partes .

  • Prólogo: encuentro de Calisto y Melibea en la escena I.
  • Primera parte: intervención de Celestina y los criados y muerte de éstos. Primera noche de amor.
  • Segunda parte: tema de la venganza. Segunda noche de amor. Muerte de Calisto, suicidio de Melibea. Llanto de Pleberio.

La crítica medievalista María Rosa Lida de Malkiel señala la estricta y cuidada motivación de toda la trama en un plano realista, así como la relación causa-efecto de los acontecimientos. La escena inicial es desconcertante, pero dota a la obra del carácter dramático necesario para este primer encuentro y para el violento rechazo que conlleva. Su función es la de desencadenante. Pocos son los hechos que escapan de esta relación causa-efecto para sorprender al lector o a los personajes.

El esquema de la acción es el de una serie de consecuencias encadenadas (relaciones de causa-efecto) que corresponden al patrón estructural de la «cuenta presentada» de Georg Lukács, según la cual más tarde o más temprano hay que pagar por nuestros actos.

La repetición de motivos trae la simetría que ordena la obra. Esto se funde con otro principio de ordenación aún más poderoso: la anticipación del fin. Todos los símbolos parciales se ordenan hacia el desenlace final.

Otro crítico, Morón habla de una línea estructural:

  • acto I.................pecado
  • actos II-XIV........pérdida de la hacienda
  • actos XV-XVIII.....fama
  • acto XIX.............vida y alma
  • actos XX-XXI.......recapitulación

Con los 5 actos añadidos, quedan más profundamente motivados el carácter de Melibea y la muerte de Calisto.

Lo que subyace en la estructura de La Celestina para Humberto López Morales es una novela amatoria de tono caballeresco y simbólico en el primer acto (tópico del joven que, persiguiendo un ave encuentra a una bella joven) sobre la cual Rojas trabaja una concepción diametralmente opuesta, cambiando hacia un tono de realismo psicológico y un ambiente burgués de tintes muy concretos.